Saltar al contenido

Tomar mejores decisiones

  • por
Tiempo de lectura: 2 minutos

Convivimos con un mundo hiper-acelerado, lleno de estímulos e información, es lógico que vivamos estresados y en modo reactivo.

Es lógico, si; pero no saludable.

Frente a un cambio externo, surge inmediatamente una respuesta interna, pero… ¿es beneficiosa para nuestra vida a largo plazo? No necesariamente.

El mayor problema a la hora de elegir si reaccionar inmediatamente o tomarnos un momento para encontrar estrategias superadoras es que no tenemos en claro cuáles son nuestras metas en el largo plazo.

Vamos, como “pollos sin cabeza”.

¿Por qué hago esto? ¿Para qué? 
Estas son dos preguntas que nos pueden ayudar a tomar decisiones con más sentido y menos estrés. 

La habilidad de reflexión fortalece el músculo de la toma de decisiones.

Sin ejercicio de la reflexión, vivimos secuestrados por las malas decisiones que tomamos.

Te pongo un ejemplo cotidiano: Tenemos una rutina de mañana que nos da placer, nos motiva, nos hace bien. El día anterior surgen complicaciones “de agenda”. Entonces…

La respuesta del 90% de las mujeres que llega a mi consulta (*) es: 

Comienzo temprano y me pongo a ello”.
“Me sacrifico para poder cumplir con todas mis obligaciones”.

Lo que a simplemente vista parece lógico, no lo es.

Estamos inmersas en la creencia que el “sacrificio” es “heroico”. Estamos seteadas (especialmente las mujeres) en renunciar a nuestro placer en pos de otros, y si bien, biológicamente, esto es preciso cuando nos convertimos en madres (donde nuestros tiempos se ponen en pausa porque hay un ser que depende en exclusiva de nosotras), no lo es el resto de nuestra vida. 

El 85% de esas mujeres, siente culpa y vergüenza de “ponerse primero” en su lista de prioridades, el otro 15% está cómoda en ese rol de víctima.

PRIORIZAR/TE

Priorizarse no significa mirar al mundo a través de nuestro ombligo.

Priorizarnos es respetarnos lo suficiente como para alimentarnos adecuadamente, ejercitarnos adecuadamente, elegir los espacios laborales que nos permitan crecer profesional y personalmente, elegir las relaciones interpersonales que nos hagan sentir amadas, valoradas, que nos desafíen intelectualmente, que nos ayuden a desarrollar todo nuestro potencial … o al menos que no nos lo impidan. Priorizarnos es retribuir a esas relaciones con nuestros dones, amar, valorar, desafiar intelectualmente y ayudarlos a desarrollar su potencial. Priorizarnos es aprender a dar y a recibir, porque sí: se tiene que aprender a dar, pero también debemos aprender recibir. Priorizarnos es respetarnos lo suficiente como para sembrar nuestra contribución en la comunidad, crear sinergias, respetar nuestra salud mental y emocional, buscar nuestra expresión espiritual.

Si comenzamos el día sin un espacio de motivación personal, sin un momento de pausa, sin un espacio para re-conectarnos con quienes somos y con lo que hemos venido a ser… nuestra energía se resentirá más rápidamente durante las jornadas más demandantes.

Cuando tienes una agenda compleja, no renuncias a lo que te hace mejor persona, cambias la estrategia. No es renunciar, es ser flexibles.

No es reaccionar, es tener la calma mental para tomar decisiones inteligentes orientadas al largo plazo.

Es respetarnos como personas y como almas.

Bienvenida/o estás a la conversación.

(*) Organización y planificación efectiva en empleo del tiempo y gestión emocional.