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Un copiloto en la era de la dispersión

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Tiempo de lectura: 3 minutos

¿Cómo hackear la era de la dispersión? La habilidad que te mantendrá en foco y te ayudará a crear tu propio universo mental.

Me gusta mi rol de copiloto: cebo mate, reparto snacks y comida, tengo a mano pañuelos, caramelos, protector solar, paso música, dispongo de buenas charlas y amables silencios, mantengo mi mirada atenta a las señales de la ruta, a veces me pierdo en los paisajes y exclamo un suspiro de palabras, pero vuelvo. Siempre vuelvo y agradezco la pericia de quien conduce y su paciencia.

La mayoría de las veces surgen conversaciones que necesitan verificar datos, conocer biografías, significados o descubrir hechos. Móvil en mano, clamando por antenas que perpetúen la señal el tiempo suficiente para saciar la curiosidad y poder avanzar en la conversación.

Me gusta mi rol de «Petete» (*) leyendo o sintetizando el saber mientras el coche sigue rondando.

Me mareo cuando leo en movimiento, no sé, es una tara que no pude superar… pero cuando algo me apasiona es como que se me olvida por un rato. Luego relajo la vista, dejo que el aire en la cara se lleve el mareo … y sigo.

Sostengo el movil entre las manos y agradezco, porque aunque sea una cosa, es el medio por el cual puedo seguir aprendiendo, en cualquier lugar, en todo momento.

Para quienes nacieron con una condición similar a la mia, pero en esta era, les resultará extraña esta afirmación: internet ha hecho más por mi educación que la escuela. Y no hablo de la superficialidad del dato, hablo de la posibilidad de sumergirnos en un tema y poder llegar hasta el fondo, hablo de las bondades del autodidactismo.

Tengo una ventaja, nací en la época en que los ordenadores de mesa eran un privilegio de pocos y el único medio de obtener información confiable eran las bibliotecas. ¿Que cuál es la ventaja? Simple: no me distraigo cuando tengo un objetivo de formación en mente, mi cerebro está seteado para seguir un camino aprendido en lo que respecta a la creación de aprendizaje.

Seguramente sea de ñoña, pero siento una satisfacción cercana al orgasmo cuando tengo una duda y puedo resolverla de manera ejecutiva en uno o dos clics. Los años me han dado la experiencia de saber cómo buscar y cómo validar el conocimiento. Esa es una habilidad muy necesaria, para no perderse en la dispersión. No hay gatitos o memes que me distraigan mientras estoy creando un circuito de conocimiento en mi cerebro.

Quienes nacieron en la era de los smartphones no valoran el hecho de poder alimentar sus curiosidades de manera casi instantanea, como tampoco pueden darse cuenta del tiempo que pierden dejándose llevar por las olas de dopamina de satisfacción la instantánea.

Redes sociales, apps, medios de comunicación, blogs, plataformas, recursos online gratis y de pago… lo que podría ser un salto cuántico en el aprendizaje humano se convierte a veces en un hoyo sin fin.

Saltar de dato en dato, ahogarse en información sin tomarse el momento de procesarla, jerarquizarla y secuenciarla, perder horas enteras en vidas ajenas, frases motivacionales que no motivan y … bueno, me entiendes.

Esa necesidad de estar en cada red social, en cada conversación «en tendencia», estar informado de todo los los temas del momento y tener una opinión del tema en cuestión, del otro, y -cuando no tenemos recursos intelectuales suficientes o estamos ausentes de la empatía- tener una opinión sarcástica o nefasta sobre la opinión del otro.

Vivimos en un hartazgo de opinión, de información, de vidas ajenas, creo que esto se ha convertido en un nuevo tipo de esclavitud: Tenemos la libertad de opinar sobre lo que querramos. Pero si nos marcan siempre los temas sobre los que opinar ¿Somos realmente libres?

En medio de tanto ruido, crear este espacio, comenzar a reconocernos, tomarnos un momento para pensar, para conversar, para compartir nuestros puntos de vista y co-crear una realidad menos acelerada… es mi idea de revolución frente a la era de la dispersión.

Un espacio de personas, no de números y estadísticas. Un espacio fresco, relajado. Un espacio de tiempo no apurado. Eso es lo que busco aquí.

Gracias por ponerse en modo slow y disfrutar del bosque conmigo.

Bienvenida/o estás a la conversación.

(*) Recordarán los veteranos como yo, para los que no saben de lo que hablo: aquí una pista (que busqué una vez que terminé de escribir lo que quería decir.)